(Primera entrega)
Recuerdo cuando era un niño y me gustaba
atrapar aves, mi compañero y yo ideábamos cualquier tipo de trampa que fuera
apetecible a las aves, probábamos con distintos tipos de cebos y jaulas, hasta
que dábamos con el cebo ideal para la especie de ave que queríamos atrapar,
luego todo era sencillo pues tras saber lo que le gustaba comer y encontrar el
sitio de reunión de ellas no quedaba más que colocar la trampa y esperar. Claro
existen lugares donde usted puede atrapar distintos tipos de aves pues es un
lugar de reunión masivo, pero corres el riesgo de atrapar aves que no son
atractivas para los coleccionistas por considerarse no apetecibles ni como
ornamentales ni como canoras, así que pierdes tiempo atrapando aves que luego
soltarás y esto podría espantar a las aves que verdaderamente quieres, por ello
nosotros buscábamos los sitios específicos de reunión de la especie de ave que
queríamos.
Buscando pareja
De una forma similar sucede con la búsqueda de
parejas, las personas tienden una red alrededor de esa persona que quieren
atrapar, colocan el cebo que sea atractivo y esperan hasta que caiga, pero
contrario a la caza de aves muchas veces el cebo que se promete en la celada no
es el mismo que se suministra luego de la captura, lo cual en poco tiempo
terminará por matar el amor. Si usted
quiere atrapar algún tipo de ave frugívora colocará su fruta predilecta en la
jaula pero luego de atraparla debe continuar suministrando el mismo alimento a
ella pues de lo contrario morirá.
Generalmente las personas ocultan sus errores
utilizando máscaras que impidan ver su realidad, esta realidad no se trata de
lo que ellos piensan sobre ellos mismos sino de lo que la persona de
influencia, sea papá o mamá u otro, piensa de él. Es esa característica
negativa que la persona de influencia se ha encargado de recalcarme y
machacarme cada día. “tu eres un flojo”, tu no sirves para nada”, tu…. Esa
cualidad la cual mis padres, abuelos u otros hicieron nacer en mí y que luego
ayudaron a desarrollar.
Al nacer no poseemos ninguna característica
social, una tabula rasa diría Aristóteles, pero en la medida que vamos
interactuando con el mundo nuestras personas de influencia dibujan en nosotros
lo que debemos ser. Se ha sabido de tribus indígenas las cuales elogian la
traición y crían a sus hijos en búsqueda de esta característica, esto aunque es
una característica común en nuestra sociedad no se puede decir que es aupado
por los padres. Pero si poseemos características negativas típicas que son
desarrolladas por nuestras personas de influencia como el orgullo, la
mezquindad, la flojera, ustedes deben recordar aquel famoso decreto presidencial
de atrasar la hora del reloj media hora “para que los niños no se despertasen
tan temprano”.
La mentira es otra de las características que
inculcamos desde muy pequeños en los niños y luego les castigamos por mentir,
así también la competencia en lugar de la cooperación pero luego queremos que
ese adulto al crecer trabaje en equipos cooperativos. El egoísmo, el machismo y
muchas otras características desarrollamos en nuestros niños, luego estás
características se hacen parte de su vida, pero al llegar a la adolescencia los
padres no están dispuestos a cargar más con ello. Una madre le hace las tareas
al hijo bajo la excusa de ayudarlo a triunfar no entendiendo que está
frustrándolo e implantando en su gen la
característica negativa del flojo e irresponsable, luego ya en la
escuela preparatoria la madre no está dispuesta a seguir ayudando con la tarea,
ya sea porque no sabe o porque está tan ocupada que no le queda tiempo, pero la
realidad es que el mal ya está hecho el joven no sabe hacer su tarea solo.
Ahora esa madre quiere animarlo a realizar su tarea, se lo ha dicho de muchas
formas, lo ha animado, lo ha premiado pero nada funciona pues ella lo dañó;
entonces el último recurso es la burla, la vejación el reclamo, el insulto.
Ese joven quien ha crecido con conductas dañinas
y ha ido llenado su corazón del reclamo deberá si quiere atrapar una pareja
fingir un comportamiento menos insano, así que se colocará una máscara la cual
será inversamente proporcional a la característica negativa que le critican. Si
su madre le acusa de flojo o floja, entonces se presentará como laborioso o
laboriosa, si le acusan de desaseado se presentará como pulcro.
Utilizamos máscaras de honestos, cariñosos,
caballerosos, atentos, proveedores, fieles y muchas otras más, pero estas
máscaras resultan muy pesadas y al cabo de poco tiempo (dos años después del
matrimonio como mucho) tienden a caerse y entonces saldrá el verdadero y la
verdadera, y por supuesto dejamos de suministrar lo que se prometió.
Cazamos en lugares de reunión
masiva
Salimos de casería a lugares de reunión masiva
y como lógica esto da como resultado que terminamos con personas que no
deseamos, de allí se presentan demasiados problemas, luego no sabemos cómo
terminar esta relación, en la cual persistimos por múltiples factores como:
moda de tener pareja, necesidad de afecto, bajo auto estima (aquí debería de
leer mi escrito sobre la cristo estima), vergüenza, terquedad, necesidad de dar
o recibir control, sexo gratis y muchas otras más.
El problema principal es que no nos conocemos a
nosotros mismos, y por ende no sabemos que necesitamos y como resultado no
sabemos que pareja queremos, generalmente escogemos sexualmente, es decir: lo
que despierte nuestra excitación sexual es lo que escogemos, así que buscamos
cual es el prototipo que a aquella persona le gusta, colocamos la trampa,
colocamos el cebo y esperamos, si esto no funciona no cambiamos de objetivo
sino que cambiamos de cebo, es decir tratamos de amoldarnos a lo que la otra
persona quiere para ser aceptados y esto tantas veces hasta que lo logramos, al
final terminamos sin saber cuál de esos arquetipos fingidos soy yo en realidad
y tarde o temprano saldrá el verdadero.
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