La Tentación como Adicción

La tentación es una cuestión de perspectiva, pues dependiendo quién la mire, aquella vendrá a ser apetecible o no, por ello podemos determinar que va más ligada a las pasiones internas que a la tentación en sí y que a la fuerza del enemigo. El tentado no ha desarrollado la fuerza necesaria para contrarrestar la prueba, por el contrario aquella es apetecible a sus gustos, tanto que antes que la tentación se presente, ha sido desarrollada y maquinada en la sique del tentado, de modo que el tentado maquina sobre está y sus placeres, siendo así, el tentado es un adicto. El enemigo, a saber el Diablo, no tiene más pode que el que nosotros le otorgamos, pues su mayor fuerza viene dada por saber colocar el objeto tentador que el tentado anhela.

Dicho esto se puede inquirir que el objeto de la tentación viene a ser el objeto adictivo, la persona el adicto, la oportunidad la prueba y las frustraciones infantiles la pulsión tentadora (pulsión de muerte diría Freud).

Ahora, ¿qué fue lo que le ocasionó la adicción? De seguro los factores deformadores de la infancia, pues aunque sabemos que el ser humano nace con la tendencia al pecado, no lo llegamos a conocer hasta que interactuamos con el medio ambiente contaminado, Dios nos crea o forma sin pecado y nuestros padres, el medio y las circunstancias labran el pecado en nosotros y nos deforman, a decir de Pablo: "no conocería el pecado si la ley no dijese, no pecarás"

Ahora, ¿por qué caemos en pecado? porque no hemos desarrollado un carácter cristocentrico. ¿Qué hará que el tentado pueda resistir? El cambio de su carácter personal por el carácter de Cristo, él único que ha podido mirar de frente todas las tentaciones sin sentirse atraído por ellas, ya lo dice la Palabra: "el cual fue tentado en todo pero sin pecado" lo cual quiere decir que él ya pasó por la tentación que usted está pasando en éste momento, pero no cayó; siendo así, la terapia como tal debería girar hacia una desensibilización del objeto pulsional, a saber: el objeto que te induce a pecar, y una sensibilización hacia el carácter de Cristo, un carácter sin atracción por el pecado, y esto por medio de un cambio de hábito, a saber, un discipulado cognitivo-conductual. Como lo expreso Pablo, "procurar presentar perfectos a cada hombre ante Jesucristo".

Estos factores deformadores muchas veces no son perceptibles a simple vista, pues son implantados con intención o sin ellas en la tierna mente, palabras, declaraciones, acciones, gestos, u otra forma de enviar o implantar la información para la cual la mente infantil no está capacitada para contrarrestarla. Un padre viendo pornografía puede llevar a su hijo o hija a la masturbación compulsiva sin el mismo saberlo, éste mismo niño o niña al crecer no posee una explicación satisfactoria del porqué de su deseo pecaminoso. Su deseo lo arrastrará al pecado, pero la culpa lo llevará a la frustración y al fracaso. El tener relaciones sexuales maritales aun cuando el niño se encuentra en el mismo cuarto, mientras se cree que el niño duerme, puede deformar su mente de maneras peligrosas. El exponer al niño a situaciones de adulterio le creará un sentimiento de culpa y desprecio hacia uno de los padres y por ende hacia el sexo que él o ella representa.

Existen miles de situaciones diarias comunes que pueden deformar la mente del niño y llevarlo a la compulsión pecaminosa en la adultes, ésto sin contar estadísticas tan trágicas como un 85% de abuso sexual durante la infancia, es decir, de cada 10 personas que vienen a consulta más de 8 han sufrido abuso sexual en su infancia.

Ahora, éste niño expuesto al abuso sexual no percibirá el mundo y las relaciones personales y sexuales como la percibe otro niño que no allá enfrentado ésto. Lo que viene a ser la "imagen primaria", quedará grabada en su tierna mente y el mundo se comenzará a percibir a través de ésta óptica. Meses atrás cuando dictaba una capacitación para los Lcdos. en Orientación de un Municipio de la ciudad, una de ellas me refirió la siguiente historia, "nos encontrábamos celebrando una fiesta en la escuela, y los niños de preescolar se escondieron en un salón, cuando los encontramos todos estaban desnudos viéndose sus partes intimas" y me preguntó 

--¿que fue lo que pasó allí? a lo que le explique: 

--puede ser que uno de ellos está siendo abusado en su casa.

--¿y porque usted crees eso, me dijo ella.

--sencillo, hacemos lo que aprendemos.

Pero lo peor es que eso no queda allí, pues casi ninguno de los casos de abuso sexual infantil son denunciados, ya sea por que no se conocen o porque los padres lo ocultan pensando que es lo mejor, y de los pocos casos que se llegan a conocer son muy escasos los que llegan a la oficina pastoral, ésto sin hacer notar que no todos los pastores están capacitados para llevar un caso como esto, y muchos por múltiples razones no lo derivan hacia un psicólogo o terapeuta cristiano.

De ser así, el niño o niña crecerá con esa imagen en la mente como si ésto fuera el sexo válido, y lamentablemente esto regirá toda su vida incluso la inter-eclesial.

Ahora, cuando un hermano u hermana es sorprendido en pecado, como lo dice Gálatas, se juzga por el hecho del momento, pero no se aplican los correctivos necesarios para que no vuelva a caer, y de hecho los correctivos que se aplican vienen a ser más paliativos de vergüenza que de restauración. Aun cuando se trate con amor, respeto y consideración al caído, ésto servirá solo de manera cosmética si desconocemos el pasado y el evento generador de la pulsión pecaminosa.

Hemos oído en ocasiones en algunos talleres eclesiales sobre el matrimonio o en consejería que cuando un hombre cae en adulterio se le recomienda a la esposa tratarlo bien, y vestirse con ropas sugestivas a fin de que el adúltero se sienta animado a dejar de pecar, la realidad es que ESO NO SIRVE PARA NADA, pues vergonzosamente ponemos a la esposa a competir contra la amante por un esposo débil de carácter para resistir la tentación, es un niño con un juguete y su YO pecaminoso pataleará y hará berrinches hasta obtenerlo. El tentado es un perro con un hueso, y no lo soltará a menos que se sienta amenazado.

Bendiciones a todos.

Estamos para servirles.