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domingo, 14 de febrero de 2016

MARCAMOS CON PALABRAS, GESTOS Y ACCIONES

 
Permítanme referirle un trozo de una carta de una paciente de otro país. 

"...Yo era la niña preferida de papá, pues era la última de tres hembras, la más pequeña, tanto así que en cada salida de mí papá yo le acompañaba. Comía en sus piernas, dormía en sus brazos, y cada palabra mía, mi papá las celebraba con una sonrisa, pero lo máximo era cuando después de ducharse mi papá se colocaba colonia y de su misma colonia me colocaba a mí, me hacía sentir muy importante, la más importante.

Cuando nació mi hermano fue una gran alegría para todos, yo nunca pensé que tendría un hermano menor con quién jugar y divertirme, pero Dios nos bendijo con su llegada.  Ahora papá y yo lo incluíamos en nuestras salidas, ahora cada vez que papá salía lo cargaba y yo preguntaba si podía ir,... Pero desde hace unas pocas semanas mi papá se ha olvidado de llevarme, debe estar muy distraído pues solo lo lleva a él. Al principio pensé que había otra razón pero poco a poco me doy cuenta de que mi hermano es más importante que yo.

Papá se duchó y se colocó su colonia, así que me acerqué muy junto a él, como siempre moví mi cabecita estirando mi cuello para que me colocará de su colonia... Pero él me miró duramente y señalando a mi hermanito, con voz fuerte me dijo, "NO, ahora es para él".

Estas sencillas palabras, gestos y acciones marcaron de manera dramática la vida de esta mujer, la cargaron de un dolor profundo y la hicieron caminar una adolescencia tortuosa. Su misma familia desconoce todo esto, lo cual hizo de su vida una vida desdichada, noviazgo tras noviazgo en ¿búsqueda de qué? del amor de papá. 

Los padres desconocemos como pueden marcar nuestras palabras la vida de nuestros hijos, especialmente entre los 4 y los 8 años de edad, pues esta es la etapa formativa del niño, en donde todo, todo, todo lo que digan mis padres es verdad y real. Frases como “No te quiero”, “te voy a regalar”, Te va a llevar el coco”, “tu no sirves para nada”, entre muchas otras son tan reales que vienen a significar una verdad tan grande como una montaña.


¿Qué ocurriría con una niña que sus padres le marcaran con la frase “tú no sirves para nada”?

Sería una presa fácil para cualquier depredador sexual, para cualquier hombre no importando su condición. Entonces la sociedad y los padres dirán “esa es una loca, o esa es una gafa, porque está unida a ese hombre o porque soporta esto o aquello”, si darse cuenta que ella misma no lo sabe pues es esclava de las palabras de mis padres.

No hemos aprendido a corregir, pues corregimos a nuestros hijos como hoy hicieron nuestros padres, de la na manera inadecuada.


¿No se ha sorprendido usted alguna vez reprendiendo a sus hijos con las mismas palabras con que te reprendían tus padres y que tu detestabas?

¿Por qué lo hacemos?
Por la sencilla razón de que así nos deformaron nuestros padres. Debemos entender que la crianza es un proceso de deformación del niño, el cual nació puro, libre y sin defectos en un hogar con todas las crisis del mundo y en un mundo con todos los pecados del cosmos.

Ahora, ¿Qué hacer?
1. Entienda que tienen un problema.
2. Asista a un consejero cristiano, le recomiendo que busque a uno de nuestros consultorios afiliados de Psicología Pastoral, de lo contrario escribanos contándonos su problema y de seguro le responderemos y le asignaremos un asesor.
3. Ponga bozal en su boca, comience a pensar ¿Cuál de las palabras que digo pueden estar dañando a mi familia?
4. Haga una lista de palabras constructivas y ocúpese en ponerlas en práctica día tras día.
5. Perdone a sus padres y perdónese usted.
6. Busque a Cristo Jesús, él le puede ayudar a cambiar su vida.

 
Dios les bendiga grandemente


P.D.

Esta mujer puedo cambiar su vida a través de Cristo Jesús y asistida por nuestro consultorio de Psicología Pastoral. Solo Cristo pudo romper esas cadenas, sanar ese corazón. 

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