Permítanme referirle un trozo de una carta de una paciente de otro país.
"...Yo era la niña preferida de papá, pues era la última de tres
hembras, la más pequeña, tanto así que en cada salida de mí papá
yo le acompañaba. Comía en sus piernas, dormía en sus brazos, y cada
palabra mía, mi papá las celebraba con una sonrisa, pero lo máximo era
cuando después de ducharse mi papá se colocaba colonia y de su misma colonia me
colocaba a mí, me hacía sentir muy importante, la más importante.
Cuando nació mi hermano fue una gran alegría para todos, yo nunca pensé
que tendría un hermano menor con quién jugar y divertirme, pero Dios nos
bendijo con su llegada. Ahora papá y yo lo incluíamos en nuestras
salidas, ahora cada vez que papá salía lo cargaba y yo preguntaba si
podía ir,... Pero desde hace unas pocas semanas mi papá se ha olvidado de
llevarme, debe estar muy distraído pues solo lo lleva a él. Al principio
pensé que había otra razón pero poco a poco me doy cuenta de que mi hermano es
más importante que yo.
Papá se duchó y se colocó su colonia, así que me acerqué muy junto a él,
como siempre moví mi cabecita estirando mi cuello para que me colocará de su
colonia... Pero él me miró duramente y señalando a mi hermanito, con voz
fuerte me dijo, "NO, ahora es para él".
Estas sencillas palabras, gestos y acciones marcaron de manera dramática
la vida de esta mujer, la cargaron de un dolor profundo y la hicieron caminar
una adolescencia tortuosa. Su misma familia desconoce todo esto, lo cual
hizo de su vida una vida desdichada, noviazgo tras noviazgo en ¿búsqueda
de qué? del amor de papá.
Los padres desconocemos como pueden marcar nuestras palabras la vida de
nuestros hijos, especialmente entre los 4 y los 8 años de edad, pues esta
es la etapa formativa del niño, en donde todo, todo, todo lo que digan mis
padres es verdad y real. Frases como “No te quiero”, “te voy a regalar”, Te va
a llevar el coco”, “tu no sirves para nada”, entre muchas otras son tan reales
que vienen a significar una verdad tan grande como una montaña.
¿Qué ocurriría con una niña que sus padres le marcaran con la frase “tú no
sirves para nada”?
Sería una presa fácil para cualquier depredador sexual, para cualquier
hombre no importando su condición. Entonces la sociedad y los padres dirán “esa
es una loca, o esa es una gafa, porque está unida a ese hombre o porque soporta
esto o aquello”, si darse cuenta que ella misma no lo sabe pues es esclava de
las palabras de mis padres.
No hemos aprendido a corregir, pues corregimos a nuestros hijos como hoy
hicieron nuestros padres, de la na manera inadecuada.
¿No se ha sorprendido usted alguna vez reprendiendo a sus hijos con las
mismas palabras con que te reprendían tus padres y que tu detestabas?
¿Por qué lo hacemos?
Por la sencilla razón de que así nos deformaron nuestros padres. Debemos entender
que la crianza es un proceso de deformación del niño, el cual nació puro, libre
y sin defectos en un hogar con todas las crisis del mundo y en un mundo con
todos los pecados del cosmos.
Ahora, ¿Qué hacer?
1. Entienda que tienen un problema.
2. Asista a un consejero
cristiano, le recomiendo que busque a uno de nuestros consultorios afiliados de
Psicología Pastoral, de lo contrario escribanos contándonos su problema y de
seguro le responderemos y le asignaremos un asesor.
3. Ponga bozal en su
boca, comience a pensar ¿Cuál de las palabras que digo pueden estar dañando a
mi familia?
4. Haga una lista de
palabras constructivas y ocúpese en ponerlas en práctica día tras día.
5. Perdone a sus padres y
perdónese usted.
6. Busque a Cristo Jesús, él le puede ayudar a cambiar su vida.
Dios les bendiga grandemente
P.D.
Esta mujer puedo cambiar su vida a través de Cristo Jesús y asistida por
nuestro consultorio de Psicología Pastoral. Solo Cristo pudo romper esas
cadenas, sanar ese corazón.
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